¿Se te antoja un helado súper natural?

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Tenía mucho calor y realmente demasiadas ganas de comer un helado, pero no uno clásico de esos que siempre comemos y que encontramos por todos lados, sino algo especial, que sea diferente al helado de todos los días. Le dije a Ro que conocía un lugar muy bueno, pero que no era tan cerca de donde estábamos. «Tenemos que irnos hasta Jesús María», le dije y él asintió con la cabeza mientras le brillaban los ojos.

Yo manejaba, así que me conocía de memoria la ruta desde Miraflores hasta nuestro punto de destino. En el camino conversábamos sobre algunas cosas que habían pasado en la semana; en esa época recién éramos novios y teníamos que planear tantas cosas… pero qué mejor que hacerlo con un buen helado para pensar mejor, ¿no?

Llegamos a la heladería; el lugar es pequeño y a las justas encuentras cuatro mesas pequeñas y una banca larga en donde comer tranquilo tu helado. Son tres las congeladoras que guardan los sabores más naturales y ricos que se pueden probar en verano y, por qué no, también en una tarde fresca de invierno.

Yo, como siempre, ordené un helado de dos bolas: ciruela chilena y turrón. Ro, aún más goloso que yo, se pidió un vaso de tres bolas: melón, frutos del bosque y pisco sour. Regresamos al auto con nuestro tesoro veraniego y nos sentamos a conversar de todo un poco saboreando ese helado. A mí me encanta comer siempre de cono y no con cucharita, como a Ro, que se demoraba más en comer sus tres bolas de helado.

No importa cuánto tengamos que manejar para llegar a esta heladería, lo que importa es el sabor que, desde hace 50 años, cautiva miles de paladares con esos gloriosos sabores. ¿Dónde más puedo encontrar un helado de ciruela chilena? Imposible en otro lugar y menos con este sabor inconfundible de pura fruta súper natural.

Imágenes: FanPop.