Un delicioso sándwich dominguero

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Los domingos son días especiales. Todos estamos en casa y nos levantamos tarde, pero con ganas de disfrutar algo especial en familia. Y para empezar, pues definitivamente tendríamos que hacernos un desayuno especial, pero ¡qué flojera! mejor sería salir y desayunar en algún buen sitio. Sin embargo, mi esposo y yo no nos poníamos de acuerdo en lo que queríamos. ¿Tal vez unos tamales, embutidos, quesos?

De pronto recordé lo que me pasó la semana anterior. Salí de mi oficina a almorzar al restaurante de siempre (un lugar a 3 cuadras de donde estoy, muy bueno, pues cocinan como en casa), pero pasé por un localcito donde casi en la puerta se exhibía el cocinero trozando unos deliciosos trozos de chicharrón. Aunque no sucumbí a probarlos ese día, me quedé con las ganas y la promesa de que lo haría un domingo en el desayuno.

Se lo conté a Ro e inmediatamente nos preparamos, vestimos a los niños y fuimos, pero no a ese lugar que yo había visto, sino a uno mucho mejor, que incluso ha merecido elogios y capítulos dedicados en programas de cocina. Un local modesto pero súper lleno de gente que queda en San Miguel.

Tuvimos que esperar algún tiempo para conseguir mesa pues la clientela atiborraba el local, ora para consumir allí mismo, ora para llevar a sus casas el preciado alimento. Y ya a lo lejos se veían tan ricos esos sandwichs que preparaban.

Finalmente conseguimos una y sin pensar más pedimos su famoso pan con chicharrón más unos jugos para los niños y unos tamalitos para ir picando y aguantar la espera. Hasta que finalmente llegaron. En unos panes gigantes, aún crujían los chicharrones en su grasita y entre los camotes fritos y la sarsita criolla infaltable. Al primer mordisco sentimos una fascinación increíble. ¡Qué suavidad, qué delicia además! estaban súper ricos.

Y nos encantó de tal manera que pedimos un kilo para llevar. ¡Sin duda para el lonchecito querríamos repetirlos!

Imagen: América Late