Celebrando la buena vida con un buen champagne

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Hace poco, mi esposo me contaba que cuando se fue a España por motivos de trabajo, tuvo la ocasión de alternar con personas de muchas partes de Europa, representantes de las sedes europeas de la compañía para la que trabaja. Uno de ellos era un alemán de nombre Jürgen. Él le contaba de las costumbres alemanas que iban más allá del famoso cliché de las salchichas y la cerveza. Por ejemplo, le contó que a las mujeres les gusta probar una mezcla llamada Radler (cerveza con limonada) que es muy popular en los bares y restaurantes, al igual que el champagne.

Y pensar que en el Perú el champagne solo está presente en las bodas, Navidad y Año Nuevo… Mi esposo me sorprendió aquel día y sin más ni más, me propuso dar una vuelta para probar un buen champagne. Aunque no teníamos nada que celebrar de manera especial, decidimos que fuera simplemente la celebración de un día cualquiera, lleno de felicidad y buena salud. Los niños dormían y los dejamos con la nana mientras nosotros nos dirigíamos en busca de un local especial.

Recordé un excelente restaurante, propiedad de uno de los chefs más famosos del medio, que queda en el centro de Miraflores. Fuimos allí y la atención fue de primera, además de ser como me lo imaginaba: elegante y con distinción. Pedimos uno de los mejores champagnes y acompañamos el brindis con unas deliciosas brochetas de pescado con salsas de rocoto que estaban estupendas. Debo reconocer que no sabía mucho, o casi nada, del champagne pero el mozo nos explicó su origen y el cuidado que hay que tener en su fabricación y el nivel de azúcar que determina su grado de dulzor. Así que disfrutamos aquella velada brindando por nosotros con esa deliciosa bebida.

Imagen: Blog D’Anna