Un arte del mundo de los vinos, la decantación

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La decantación del vino se constituye como una manera de lograr dos cosas. La primera, ese sabor indiscutible que adquieren ciertos tipos de vino tinto cuando entran en contacto con el oxígeno.

La segunda, deshacernos del sedimento amargo que se forma a causa del tanino (sustancias del grupo de los flavonoles que contiene la uva, y que participa en su maduración y fermento) y la materia colorante, lo que pone en peligro su aroma y sabor.

Tal vez hayamos visto cómo algunos expertos y conocedores de vino llenan un poco de sus jarrones de cuerpo abombado y pico estrecho (en algunos casos muy puntiagudo) para, luego de un tiempo, recién servirlo en las copas. Este proceso es precisamente la decantación y no todos los vinos lo requieren.

Los vinos que suelen decantarse son generalmente los vinos tintos. De entre ellos, deben ser decantados los que tienen más de 5 años de antigüedad. Es en este tiempo en que se empiezan a formar sedimentos -o posos-, que amargan su sabor y lo vuelven rasposo, además de alterar su aroma.

Tan solos con pasar el vino a una vasija de vidrio (o decantadora) nos liberaremos de los sedimentos. También haremos que estos vinos, al tomar contacto con el oxígeno, adquieran ese sabor tan especial y característico que nos hace disfrutarlos plenamente.

  • ¿Cómo decantar un vino?

Para empezar con la decantación debemos guardar la botella de pie en un lugar fresco y oscuro dos días antes, para que los sedimentos se vayan al fondo de la botella.

Con un sacacorchos retirar la etiqueta y todo envoltorio que cubra el pico de la botella, para luego descorcharlo. Usaremos una vela pequeña que colocaremos en la mesa de modo que ilumine justo debajo del pico para que podamos ver con más claridad si algún sedimento se está filtrando, además de la naturaleza y color del líquido.

Luego, tomando con una mano la botella y con la otra el decantador o recipiente de vidrio, verter lentamente el contenido del vino, hasta dejar 1/4 de su contenido en la botella. El decantador debe estar bien lavado y secado.

En caso pase algún tipo de sedimento, se debe detener el proceso. Una vez vertido el vino en el recipiente, dejarlo reposar en él por unas dos horas aproximadamente, para que el vino entre en contacto con el oxígeno y tome más cuerpo.

Pasado este tiempo se puede servir el vino en las copas y disfrutarlo.

Imagen: Pro-idee.