Aquel delicioso Tuna Sour
Nunca fui muy fanática de algunos tipos de frutas arenosas. Las manzanas enormes que me mandaba en la lonchera mi mamá no me las comía, porque tenían esa textura extraña que no podía tolerar; un día se lo dije y nunca más las volvió a incluir en mi linda lonchera rosa.
Lo mismo me pasó una vez que probé la tuna roja. Estábamos en la sierra, en un viaje familiar, de esos que hacíamos cuando había algún feriado corto, perfecto para una escapada dentro del país, pero que por el tiempo no justificaba una visita fuera de él. Papá compró una ensalada de frutas en el hotel y me hizo probar esa fruta: ¡no! ¡igual de arenosa como la manzana de mamá!
Hace algunas semanas mis amigas y yo decidimos darnos una escapadita a solas. Decidimos hacer una incursión en un nuevo bar en donde nos habían recomendado que encontraríamos una variada carta de Pisco Sours, uno de mis cócteles favoritos.
Una vez que vimos la carta me di cuenta de que realmente la variedad era muy grande… Yo quise abrir mi noche de piscos con uno más bien tradicional: yo ordené un Pisco Sour sin ningún tipo de innovación. «Uno clásico, por favor».
Karen ordenó, para mi sorpresa, un Tuna Sour, ¡de tuna morada! No salía de mi asombro cuando lo vi y parece que se me notó bastante. «¿Qué pasa, mujer?», me preguntó Karencita, pero no quise decirle nada, para no aplacar las ganas que tenía de tomarse ese cóctel.
«Uhmmm, ¡qué rico!», dijo muy emocionada mi amiga y me miró a los ojos, «¿Quieres un poquito?». Decidí dejar atrás a esos fantasmas de mi niñez y probar un poco de su bebida rojo-morada intensa. Me di con la sorpresa de que estaba exquisito, ¡no podía creerlo!
Volví a leer la carta para ordenar un Tuna Sour en la segunda ronda. Resultó que tiene los mismos ingredientes que un Pisco Sour clásico, pero lo que cambia es el macerado de la tuna roja que se hace en el pisco. Una delicia peruana, sin duda y sí que valió la pena probarla.
Imágenes: PeriodistaDigital.