Les voy a contar hoy algo que me pasó el viernes pasado. Resulta que eran como las 5 pm. y estaba en mi escritorio. De pronto se me acercó Sandra, una de mis amigas de la oficina. “Tengo un súper antojo, Male, ¿vamos a comer helados?”. Yo me quedé fría, porque Sandra se cuida muchísimo.

Sandra es una chica que siempre está yendo al gimnasio y come ensaladas todo el día. Me sorprende que ahora quiera ir a comer helados… “Sandrita, ¿tú quieres comer helados?”. “Claro, Male, vamos, es que conozco un lugar donde venden helados buenísimos, ¡te van a encantar!”.

Aprovechamos que saldríamos temprano; manejamos hasta Chacarilla y Sandra me hizo estacionar fuera del Centro Comercial. Caminamos unos cuantos metros y llegamos a una especie de cafetería que, por cierto, olía muy bien. En el camino Sandra me contó que el lugar a donde estábamos yendo estaba casi recién inaugurado.

Comencé a leer las pizarras y entendí por qué es que a Sandrita le gusta tanto este lugar: ¡los helados solo tienen 50 calorías! ¡Qué increíble! Le pregunté a la barrista acerca del helado y me confirmó lo que leía en las pizarras. También me dijo que podía agregarle el topping que quisiera.

Ordenamos dos vasitos de helado, pero Sandra no le agregó ningún topping, porque aumentaría sus calorías. Yo sí quise aumentarlas y pedí que me pusieras almendras, blueberries y maní, todo por un precio excelente, cosa que tampoco imaginé.

Me parece excelente que existan lugares así y más en estas épocas en las que tanto hombres como mujeres cuidamos mucho la línea; ahora podemos darnos esos gustitos que antes no imaginábamos sin tener que sacrificar la dieta y sin aumentarle calorías a nuestro día a día.

Me encantó descubrir este nuevo lugar y sus variedades en sabores de helado, cafés, sánguches y postres. De hecho que pudimos disfrutar de esa generosa porción juntas conversando en un sofá, siendo felices un viernes por la tarde y mirando el estrés desde una ventana, porque en nosotras había desaparecido gracias a ese helado.

Imágenes: ClosetCooking.