Entre café, sánguches y tertulia

cafecito

Estaba en el auto, saliendo de la oficina un jueves por la noche. Me dirigía hacia mi casa, para relajarme viendo alguna película o alguna de mis series favoritas, pero parecía que el trayecto se haría más largo que de costumbre: me tocaban todos los semáforos en rojo.

En una de las intersecciones de la av. Larco me di cuenta de que alguien tocaba la bocina de su auto de manera insistente, así que decidí mirar a ver quién era. Grande fue mi sorpresa cuando vi que Carolina me hacía movimientos como para que baje la ventana del carro. «¡Mujer, voltea a la derecha, vamos por un café!»- gritó.

La seguí en la ruta que estaba tomando y estacionamos los autos. ¡Qué gusto me daba verla después de tanto tiempo! Caro era una de mis mejores amigas en la universidad, pero hacía como un año que no nos veíamos, así que tendríamos mucho que contar.

Resulta que el lugar en donde estacionamos el auto pertenecía a un café muy moderno y juvenil, cosa que me parecía muy divertida, ya que ambas estábamos con nuestros trajes de oficina. Nos sentamos en un amplio sofá y me confesó que había descubierto este Café un par de semanas atrás y que le había encantado.

Cuando nos trajeron la carta me sugirió algunos sánguches, entre ellos, uno que se llama Gárgamel; Caro me dijo que era «buenazo», así que decidí ordenarlo junto con un Manzanachay. Caro ordenó otro Gárgamel y un Capuccino.

Cuando llegó nuestra orden, lo primero que hice fue «investigar» el dichoso Gárgamel: era un sandwich relleno de pollo, champiñones, albahaca, tomates deshidratados, queso crema, orégano y mayonesa de champiñón. Quedé impresionada de la delicia que era y, al primer mordisco, le agradecí a Caro por recomendarme este platillo.

Mi Manzanachay estaba calientito; era una riquísima infusión con mezclas de manzana, kión y cardamomo, perfectas para dejar el frío, que nos acecha, de lado. Y ni qué hablar del Capuccino de Caro que estaba delicioso y cremoso, definitivamente uno de los más ricos que he probado.

Quedé impactada del lugar, que, aunque, en un primer momento me pareció que tenía una onda más bohemia y universitario, se prestó muy bien a la larga tertulia que tuvimos Caro y yo; un Café muy bueno como para cambiar de ambiente y romper un poco la rutina.