La magia del pisco sour
Amigos, no podía ser de otro modo, este fin de semana estaríamos de fiesta. ¿El agasajado? nuestro trago de bandera, el pisco sour, y en todos los restaurantes y huariques de Lima ya se exhibían degustaciones y rondas de esta bebida para atraer a su público.
En los supermercados ya se estaban agotando las provisiones de pisco de todas las marcas y ya Jorge, uno de nuestros amigos, fanático de esta bebida nos incitaba a formar parte del jolgorio de esta delicia hecha a base de clara de huevo, zumo de limón, jarabe de goma, hielo, y cómo no, de nuestro pisco.
Así que con él y otros amigos decidimos ir a un lugar, en donde se dice nació esta creación, que hoy es la estrella en todo lugar que se precie de ser bueno. Antes de pedirlo, el mozo nos explicó que se servía en tres presentaciones: catedral que es en vaso o copa de 10 onzas, el doble que es de 8 y el simple, de 4.
Pedimos la primera. Yo había oído tanto del pisco sour, y había probado algunos; sin embargo, esto que tenía frente a mis ojos era otra cosa. ¡Qué aroma, qué presencia tenía!. Y lo probé sin apuros, porque el pisco sour, como toda buena bebida, hay q paladearla, disfrutarla, olerla y sentirla lentamente. Eso fue lo que nos dijo Jorge, luego de contarnos cómo en los años 60, cuando el Centro de Lima era el centro neurálgico del Perú, no había tertulia, celebración o debate en que no estuviera presente esta deliciosa creación.
Hoy en día existen otras variantes, como el «maracuyá sour» y otros con ingredientes adicionales que le dan un toque diferente, más personalizado. Nosotros quedamos encantados con este, lleno de vida, de historia y de sabor. Sin duda, voy a buscar una buena receta para hacerlo yo misma en casa.
Imagen: Wikimedia Commons