Nuestro minibar de estreno

minibar

Siempre quisimos tenerlo, y ahora era la ocasión para cumplir ese pequeño sueño. A mi esposo y a mí siempre nos ha gustado tomarnos unos coctelitos y conversar de esas cosas que por el trabajo, los quehaceres de la casa o los hijos, no podemos. Y para ello, de cuando en cuando, solíamos escaparnos a algún lugar. Pero a veces queríamos hacer todo ello en nuestra casa, aprovechando que los chicos están dormidos, para sumergirnos en esa aventura de preparar juntos algún trago, mientras departimos, o también para invitar a los amigos. Ahora, el sueño del bar propio se nos hacía realidad.

Decidimos instalarlo a un lado de la sala, y llamamos al ebanista para mostrarle nuestro diseño, una barra de cedro estilo clásico y su mostrador, con su par de columnas y su porta copas, al fondo su anaquel para las botellas, los vasos chopps, los de cócteles, y las hieleras; y una cabina especial para colgar los utensilios del bar: pinzas, medidores, cocteleras, cucharas medidoras, picahielos, etc., y un espacio también para la última adquisición de mi esposo: su propio dispensador de cerveza. El trabajo duró un par de semanas y cómo no decirlo, quedó de maravillas.

Ahora la siguiente tarea era trasladar todo vaso y copa a su nuevo hogar. ¡Ah! y también su colección de latas de cerveza de sus viajes, que por supuesto ya tenían su lugar arriba del anaquel. Y las tenía de lugares como Alemania, Marruecos, o de Cuba. Aunque al comienzo me molestaba que las tuviera porque pensaba que eran puras chucherías y que traían más suciedad y polvo que otra cosa, ahora al verlas alineadas perfectamente en el bar, me gustaban.

Una vez terminado todo brindamos con nuestro primer aperitivo: una limonada frozen. Eran las 5 de la tarde y los niños estaban con nosotros en casa.

Imagen: The Corpus Callosum.