¡Qué buen chifa buffet!

Para variar, y como para no perder la costumbre, un sábado queríamos salir a almorzar en familia, pero no podíamos ponernos de acuerdo en lo que se nos antojaba para comer. Los chicos querían hamburguesas, a Ro se le antojaba un chifita y yo moría por un pollo a la brasa. Obviamente, no podíamos tener todo lo que cada uno quería, así que decidimos someterlo a votación, como para hacer más democrática la cosa.

Finalmente, resultó ganador el chifa de mi esposo y ahora tocaba decidir a cuál de todos los chifas que han invadido Lima iríamos. Me acordé de un restaurante que me sugirió una amiga del trabajo. Tan lejos de la casa, no quedaba, pero eso sí, tendríamos que cruzar toda la avenida Javier Prado, hasta llegar a Magdalena, pero no importa, moríamos de hambre y ya se nos hacía agua la boca por ese chifa, que, por cierto, resultó ser buffet.

Llegamos al local y desde afuera se veía muy imponente. Recuerdo haber pasado antes por ahí, pero nunca me había detenido a probar qué tal es la sazón. Subimos hasta el segundo piso, en donde se encontraba el buffet, y nos acomodamos en una mesa para cuatro, muy cerca de toda la comida, que olía exquisita. Mis nenes ya querían servirse, así que no quedaba otra cosa que comenzar a degustar y confirmar lo que me había dicho mi amiga: «no sabes lo rico que es y la variedad que hay, te va a encantar».

Cuando voy a buffets, siempre suelo comer más carnes que pastas o arroz, para probar un poco más de todo y no quedarme con las ganas. Esta vez, los bocaditos chinos fueron mi tentación; entre siu mais, rollitos primavera y wantanes completé mi plato de entradas. El chancho, el pato y las bolitas de pescado estaban tan ricas que tuve que repetir plato y ni que se diga de los chicos, que amaron el tallarín saltado. A Ro le fascino el chi jau kay, su plato favorito al momento de comer chifa.

Lo que más me sorprendió es que, a diferencia de otros chifas que tienen buffet, en este había una gran variedad de postres y no solo se limitaban a los cubos de gelatina y a las frutas. También comimos dos porciones de mousse de chocolate (¡espectacular!), leche asada y crema volteada. Los chicos enloquecieron con los pañuelitos rellenos de manjar y los alfajorcitos. Todo delicioso, ideal para compartir una tarde de sábado con la familia… y sin gastar de más.

Imágenes: DiarioDelViajero.