Suspiros: un placer para el paladar
Los postres son perfectos para cada época del año. Yo me considero una dulcera empedernida y es que cómo negarse a un dulce delicioso por la tarde, cuando comienza a sentirse un poquito más el frío del invierno y necesitamos ese toque extra de calorías para entrar en calor.
Andaba conversando con una amiga por teléfono el día sábado. Con Mili es imposible no hablar de todos los temas posibles, así que, en uno de los cambios de tema, terminamos hablando de dulces y de las diferentes dulcerías que podemos encontrar en Lima.
«Hay una espectacular en la avenida Benavides. ¡Dime, por favor, que has ido!». La verdad es que le tuve que decir que no había ido a la dulcería de la que me hablaba Mili. «Los suspiros, Male, ¡los suspiros!». Seguimos con la charla, pero no podía dejar de pensar en la dichosa dulcería.
Ayer, domingo, le dije a Ro para pasar a comer unos dulcecitos con los chicos a una tienda que me habían recomendado. Le conté lo que me dijo Mili y él feliz. Nos fuimos manejando hasta Miraflores, mientras escuchábamos ese disco que tanto nos gusta a los cuatro.
Encontramos una gran variedad de sabores de suspiros, cosa difícil en Lima, porque se prefiere lo tradicional. Suspiros de higo, de lúcuma, chirimoya, pecanas, café, limón… ¡Con razón Mili se sorprendió de que yo no conociera este lugar!
Decidimos, entre los cuatro, ordenar diferentes postres como para picar y conocer el sabor de varios de ellos (porque no solo de suspiros vive el hombre…). El suspiro de café de Ro le fascinó tanto que quería repetición, mientras que mi suspiro de pecanas fue demasiado, todo un placer para el paladar.
Los chicos querían un turrón de chocolate, el cual rebalsaba de fudge casero, y un tres leches. Definitivamente, una tarde de domingo en familia es lo mejor que puede existir y qué mejor que acompañarla de unos deliciosos suspiros.
Imágenes: Maga.