Ir a un restaurante en Lima, no solo se ha convertido en un placer para el paladar, sino para nuestros ojos, los piqueos, aperitivos y potajes que cada uno de ellos ofrece son un festín para la vista. Estoy asombrada con la cantidad de posibilidades culinarias que nos ofrece nuestra cocina y sobre todo con la manera como me sorprendió este local a donde fui a almorzar con dos amigas de la primaria, quienes no nos veíamos años: Clara y María Pía, quien venía acompañada de una amiga italiana, Antonella.

Este restaurante fusiona las especialidades de la cocina italiana con la nuestra y me lo recomendó mi cuñada, así que me pareció el lugar perfecto tanto para nosotras como para Antonella, y pensando justamente en ella, pedí este platillo fusión: lomo rociado en salsa huancaína con una lasaña de papa… qué belleza, la carne rociada en esta deliciosa crema y al lado la exquisita lasagna hecha con el toque peruano. Ni bien entramos, nos atendieron muy bien y nos separaron una mesa junto a la ventana, propicia para nuestra larguísima charla, y es que había tanto que contar…

¡Qué delicia! al ver tan solo este plato, se nos hizo agua a la boca y ni qué decir cuando lo probamos, entre la conversa llena de nuestros recuerdos infantiles, junto a una copa de vino Malbec, perfecta para marinarlo; fluyeron las risas y la  nostalgia de aquellos primeros años, más lo que Antonella compartía sobre su país. Clara, ahora una exitosa ingeniera de sistemas y María-Pía, una  decoradora de interiores, quedaron fascinadas como yo, por el buen sabor y presentación de este platillo. Todas quedamos más que satisfechas.

Imagen: Historia de la Gastronomía Peruana