Un buen lugar para conversar en Barranco

mojito-frambuesa

Era sábado por la tarde y recibí la llamada de una amiga de la universidad. Con Katita siempre conversamos de todo un poco, pero no tenemos mucho tiempo para vernos; los hijos, la oficina, el gimnasio, la pareja y las miles de cosas que uno tiene que hacer en el día hacen que las 24 horas que tiene se reduzcan a la mínima expresión.

Conversamos un rato por teléfono y, como nos quedaba chica la comunicación, me dijo para encontrarnos en un lugar muy interesante para conversar. «Es en Barranco, mujer, es un lugar muy cómodo y podemos jugarnos una partidita de fulbito, ¡como en la universidad!». Ja, ja, ja, me encantó esa última idea (ya no recordaba esos juegos fulbito), así que me fui derecho para nuestro distrito bohemio.

Llegué al Puente de los Suspiros, nuestro punto de encuentro, y fuimos directo al bar. Muy cerca de dicho puente y con una vista muy linda, el local nos recibió súper bien. La música de los ochentas no estaba ni tan alta ni tan baja, así que era perfecta para conversar y creo que esto fue lo que más me llamó la atención, porque los bares, por lo general, ponen la música a un volumen extremadamente alto.

Nos situamos en el salón donde había, precisamente, una mesa de fulbito. Nos dieron la carta y de frente mis ojos se posaron sobre un mojito de frambuesas y Katita se inclino más por un chilcano. Mientras esperábamos nuestros cócteles jugamos una partida de fulbito, en la que, como era costumbre, Kati me ganó… Así que hasta en el juego recordamos los viejos tiempos.

Para picar, pedimos unos espárragos envueltos con jamón, muy ricos y también combinaban con nuestros tragos. Mi mojito de frambuesa estaba muy bueno, pero quizá le hubiera puesto un poquito más de alcohol. De todas maneras, este bar se convierte en un point más para relajarse y conversar con los amigos, y, por supuesto, ¡brindar por los viejos tiempos!

Imágenes: GrowlingBelly.