Un submarino para el after office
No paré de matarme de la risa todo este fin de semana. Y es que el viernes, mi esposo vino del trabajo un poco más tarde de lo habitual y me contó una historia de lo más hilarante. Resulta que Humberto, uno de sus compañeros de trabajo y amigo, propuso ir a tomarse unos tragos saliendo del trabajo, una suerte de «after office«, cosa que se está volviendo cada vez una tradición. Pues bien, Humberto estaba con ganas de pasarla muy bien y animó a todo el mundo.
La cuestión es que Humberto propuso ir a un pub alemán que queda por la avenida Benavides en Miraflores, un lugar estilo taberna muy acogedor. Los dueños actuales siguen la tradición que sus originales fundadores imprimieron al local y dan una excelente atención. Ya alguna vez Ro y yo hemos ido a este sitio en donde no solo se bebe y se departe, también puedes jugar billar o a las cartas mientras degustas un piqueo estilo bávaro.
Como Humberto estaba súper acelerado, luego de las primeras cervezas se pidió un submarino. Mientras lo preparaban, el se ufanaba de haber ganado concursos de quién tomaba más «shots» de tequila en la universidad. Sin embargo mi esposo le advirtió que mejor no lo tomara, ya que este poderoso trago podría tumbarlo. El submarino consiste pues, en que se vierte un vaso pequeño de tequila, colocándolo luego dentro de un mug de cerveza, el cual se lo llena luego de esta bebida, de modo que al servir, e ir bebiendo, se va combinando el tequila con la cerveza.
Pero Humberto no hizo caso y de dos sorbos se terminó su submarino. A la media hora, mi esposo y los demás amigos tuvieron que cargarlo y llevarlo a su casa. El pobre estaba privadísimo balbuceando sus antiguos triunfos cocteleros.
Imagen: JC Bar Tender