Una agradable velada en una taberna

taberna

Ah, eso del after office, sin duda se está volviendo una costumbre cada vez más extendida. Hace algunas semanas les contaba precisamente sobre cómo terminó un amigo de mi esposo por andar demasiado animoso con un trago llamado «submarino» en un local estupendo en la avenida Benavides. El lugar ese es muy simpático y decorado al estilo de las tabernas alemanas. De hecho, los primeros dueños de este local que funciona desde los años 80 fueron alemanes.

El viernes pasado, mi esposo me llamó y me dijo que esta vez el after office sería entre él y yo. Le acepté la oferta, solo si me llevaba a este local. Hacía mucho calor y se me había antojado un chopp de cerveza. Así que me vino a recoger a la salida y fuimos para allá.

Ya para esa hora el local bullía de gente, la mayoría oficinistas que venían a relajarse y a celebrar la llegada del fin de semana. En la esquina donde se halla la mesa de billar, una pareja muy enamorada ensayaba unos lances, y a un costado, el tablero de los dardos estaba disponible… qué emoción. Me encantaba todo de ese sitio, el decorado lleno de banderas e insignias alemanas, los bancos largos en lugar de sillas…simplemente acogedor.

Pedí un chopp heladito de una cerveza de marca alemana, que ese local lo vende exclusivamente. Oh qué delicia, al primer sorbo se puede sentir claramente el trigo y por ello es mi favorito siempre cada vez que voy a este pub. Mi esposo pidió un capitán, que es una mezcla de pisco con vermouth y hielo.

Qué agradable velada pasamos ese viernes, jugando a los dardos y riéndonos, recreando la historia de su amigo que terminó «entre Pisco y Nasca». Claro que con nosotros no ocurriría lo mismo pues solo queríamos relajarnos y pasarla bien. La cerveza sin duda hizo su efecto y me refrescó. Ojalá vendieran esa marca en los supermercados.

Imagen: Sobre Bélgica