Una celebración previa con Amor Perfecto
Un misterioso sobre había llegado a mi escritorio en la tarde del viernes. Lo abrí y decía «Encuéntrame en esta dirección, urgente. Ro», sin más. Salí de prisa de la oficina y me dirigí al lugar, un restaurante de parrillas conocido en la avenida Conquistadores y muy concurrido, que es propiedad de uno de los mejores amigos de mi esposo. Hacía mucho que no lo visitaba. Pero todo era muy extraño. Llamé a mi esposo al celular y no contestaba.
Al llegar, vi que el local, un sobrio y elegante restaurante, cuya fachada ostenta unos bellos faroles antiguos y cuyas mesas de cedro puro están bellamente decoradas con lamparitas; estaba cerrado. De pronto me abrió un mozo y entré. No había nadie más que alguien en la mesa central, esperándome con un coctel.
Al acercarme tropecé y vi que había un rastro de flores en el suelo que conducían hacia la mesa en donde mi esposo me esperaba con una sonrisa. Cuando estuve cerca, me dijo «Esta velada especial es para la mejor esposa y madre del mundo. Feliz día». Mi esposo me había preparado la mejor sorpresa romántica que haya tenido como una previa por el día de la madre. El sábado la pasaríamos con mi suegra y el domingo con mi mamá, así que ese día estaba reservado solo para los dos. El brindis fue con un exquisito coctel llamado Amor Perfecto, hecho a base de jugo de lima, hielo, un poco de vodka y ese licor que siempre me pareció seductor: Parfait Amour, un licor azulino que se suele usar en muchos otros cócteles hecho a base de curaçao, vainilla y almendras. El amigo de mi esposo entró a felicitarnos y le agradecimos mucho el gesto por el que recibí la mejor velada que recuerde.
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