¡Una noche para celebrar!

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«Esta noche tenemos que celebrar«, dijo mi esposo con una sonrisota. Había conseguido cerrar un negocio importante y como es costumbre entre nosotros, toda celebración se sella con una buena cena, y esta vez sería aún más importante.

Recordé que un gran amigo de la infancia, graduado de Le Cordon Bleu de Francia y con experiencia en importantes restaurantes en Europa y Australia, estaba en Perú contratado por la cadena Orient Express para el Miraflores Park Plaza. Era el mejor momento para verlo y de paso, disfrutar de su cocina, la que yo pude gozar muchos años antes, durante algunos veranos que pasamos en la playa.

Lo que sigue es el relato de la experiencia por la que pasó nuestro humilde paladar, que dicho sea de paso, no es ni remotamente experto, ni refinado, ni muy educado y tampoco pretende serlo. A mi esposo y a mí, nos fascina disfrutar de la comida, tan simple y sencillo como eso.

Mientras nos preparaban la mesa, la velada inició con unas finas cortesías de la casa. Las primeras dos fueron literalmente sorpresa doble; primero, porque nos enteramos que nuestro amigo trabajó por un año con el genial Ferrán Adriá en El Bulli (considerado por la crítica como el mejor restaurante del mundo y el cocinero más influyente de los últimos diez años), y en segundo lugar, porque pudimos ser parte de esa experiencia culinaria aquí en Lima, Perú. El resultado: puro sabor en cada bocado.

Luego siguieron dos cortesías más de su propia inspiración antes de llegar a la cena. Una de ellos a base de cuy, y, a pesar que no soy fanática de esta carne, confieso que su intenso sabor me hizo prestarle mayor interés, tanto que me quedaron ganas de comer un poco más.

Mi favorito de la noche, la entrada: unos langostinos al ajo con arroz cremoso al estragón fuera de serie. Una obra de arte para la vista y una sentencia para mi paladar. Tan embelesada debo haber quedado, que mi “vecina” francesa no resistió preguntarme qué plato ordené…

El favorito de mi esposo: la res en salsa bernesa con papa amarilla y arúgula silvestre. Normalmente y en cualquier lugar, me invita espontáneamente a degustar su plato, pero esta vez tuve que pedirle y casi exigirle que me deje probar. Mientras mi tenedor se infiltraba en su territorio me repetía: “este es uno de los mejores platos que he comido en mi vida”.

Hubo más y mucho más para contar, como el delicioso atún con berenjenas ahumadas e hinojos y los huevos 50-60-30, pero estaría arrebatándole a otros la oportunidad de disfrutar por sí mismos de esta experiencia de técnica, creatividad y pasión. Sin duda, los tres ingredientes que pueden producir este tipo de sensaciones con la comida. Finalmente, de eso se trata la cocina, ¿verdad?

Un lindo lugar, una cena espectacular y la mejor compañía. Una noche perfecta para celebrar.

Gracias querido amigo.