Una agradable charla con Amaretto
Dina es una amiga muy especial, y lo digo, no solo por la parte sentimental (nos conocemos desde la secundaria), sino porque es una de esas chicas que habla sin parar. Han pasado tantos años desde que nos conocemos, pero ella no cambia. Sin embargo, no me molesta porque siempre tiene cada cosa que contar que me hace reír a carcajadas. Últimamente no nos hemos visto, y es que desde su boda con un ciudadano italiano, ella vive para su nuevo hogar, sobre todo para acostumbrarse a los inevitables choques culturales.
Hace poco me llamó para charlar «como en los viejos tiempos». Qué alegría me dio saber de ella. Me citó en una «trattoria», uno de esos restaurantes de comida italiana que están en todas partes del mundo. Ella me dijo que por recomendación de su esposo teníamos que ir a este local.
El local me encantó. Ubicado en Miraflores, tenía una calidez y sencillez que solo los italianos te pueden ofrecer. Ni bien nos sentamos, ella comenzó a contarme, muy a su estilo, las peripecias de un matrimonio que recién empieza. Reímos mucho. Cuando nos trajeron la carta, ella de frente pidió dos amarettos sour. «Yo te invito, y no se hable más» fue lo que me dijo cuando me vio cogiendo la cartera.
Nunca había probado amaretto. Pero fue Dina quien me dio toda una cátedra. Me contó de la historia de amor que había tras el origen de este licor y de cómo se difundió su sabor por toda Italia. De la tradición que guarda su elaboración e incluso el envasado. Vaya, que sin duda, Dina era toda una conocedora. Y cuando lo probé, pues quedé súper encantada, tiene ese contraste entre el dulzor propio de la vainilla y frutas con el amargo de las almendras. Fue una encantadora noche de copas italiana entre dos viejas amigas.
Imagen: Yumsugar.com